El arte de la fotografía


1. Géneros fotográficos


A medida que se fue desarrollando el arte de la fotografía fueron apareciendo distintas especialidades y subespecialidades del(la) fotógrafo(a), de acuerdo a la finalidad que persigue el registro. La clasificación de los géneros fotográficos es cada vez más compleja y ha sido una tarea no exenta de dificultades. Tal como señala Valérie Picaudé: «El género sirve más para dar unos puntos de referencia que para etiquetar, es decir, que sirve más para interpretar que para clasificar» (Picaudé y Arbaizar, 2004: 49).

En consideración a la finalidad pedagógica de este material, la clasificación que se propone comprende tres grandes grupos según el objetivo principal que guía al fotógrafo. Es importante tener en cuenta que un mismo tipo de fotografía puede ser a veces clasificada dentro de más de un grupo.

La siguiente fotografía producida por la Productora Republik (www.republik.cl) para L’Oreal. 2015. Fotógrafo: Matías Troncoso. Gentileza de l’Oreal Chile y Agencia de Publicidad McCann Erickson Chile. Agradecimientos a la actriz Manuela Martelli.

Fotografía publicitaria o comercial

El vínculo entre publicidad y fotografía es inherente a su esencia: si el objetivo de la pri- mera es seducir y vender, la fotografía se transformó en la herramienta por excelencia para responder a estos intereses comerciales. La fotografía publicitaria no intenta re- producir la realidad de las cosas, no está comprometida con la realidad como lo está, por ejemplo, la fotografía documental (o de prensa). Aunque la fotografía publicitaria muchas veces se inspira en la realidad, lo que representa por medio de sus imágenes es más bien una realidad construida.

 

Fotografía testimonial

A grandes rasgos, este género abarca la fotografía de prensa, la documental y la científica.

a) La fotografía de prensa

Es uno de los tipos de fotografía más extendido. Son imágenes de los acontecimientos o hechos contingentes, que sirven como la prueba de que estos ocurrieron. Puede retratar acontecimientos políticos o judiciales, espectáculos culturales o deportivos, eventos religiosos, manifestaciones públicas, catástrofes, celebraciones, historias de vidas, etc. En los medios de comunicación, el objetivo primordial de la fotografía es informar, pero también generar opinión, conmover y entretener. Destaca aquí la labor del fotógrafo de prensa, quien es un testigo de los hechos. Su máxima expresión es el reportaje fotográfico, que algunos consideran un subgénero, y otros un género en sí mismo.

El hombre de la bandera, Pelluhue, Chile. Roberto Candia, 2010. Candia es el fotoreportero que tomó esta famosa fotografía tras terremoto y tsunami del 28 de febrero de 2010.

b) La fotografía documental

No hay imagen documental que no sea fotográfica. La fotografía documental es en sí testimonial. Nace de la práctica de observar fotográficamente el mundo. A veces se en- tremezcla con la de prensa, pero describe fenómenos culturales de manera más profunda, que van más allá de la noticia. A diferencia de la fotografía de prensa, que opta por una mirada objetiva de los acontecimientos, la fotografía documental instala una mirada particular, un punto de vista subjetivo del(la) fotógrafo(a), cuyo deseo es sensibilizar y dar una opinión a través de sus imágenes, privilegiando a la vez el valor estético de estas.

Isla de Chiloé, Chile. 1957. © Sergio Larrain/Magnum Photos. Larraín documentó los niños y la pobreza del Chile de los 50.

c) La fotografía científica

Comprende aquellas fotografías de carácter eminentemente técnico, imágenes que poseen alguna característica que sirva para recopilar u obtener algún tipo de información y que han sido captadas por científicos con fines de investigación. Dado su carácter, no buscan la belleza (aunque no la excluyen), puesto que su objetivo principal es la información contenida en la fotografía misma. La fotografía aquí es más bien una herramienta de análisis, de estudio comparativo y de muestreo para la obtención de resultados que posteriormente serán estudiados por los expertos. Los principales tipos de fotografía científica son la fotomicroscopía y la fotomacrografía, la fotografía ultravioleta, de alta velocidad e infrarroja, entre otras, que son aplicadas por diversas disciplinas, principalmente la astronomía, la biología y la medicina.

Nebulosa De Orion. NASA/ESA’s . Tomada por el telescopio Hubble Space en 2006 fue la imagen astronómica más detallada de su momento.

 

 

Fotografía artística

Aunque en la actualidad la fotografía es considerada un arte, no siempre fue estimada como tal. Si nos remontamos a sus inicios, vemos que fue concebida como un prodigio tecnológico que sería de gran ayuda a las ciencias. Tanto así, que Daguerre presentó su invento ante la Academia de Ciencias de París y no ante la Academia de Bellas Artes. ¿Cómo, entonces, adquirió carta de naturaleza artística? ¿Qué se entiende por fotografía artística? Más que una definición, proponemos aquí un acercamiento.

Cuando apareció la fotografía, hacia 1830, tuvo un impacto inmediato sobre la pintura y las artes visuales. Hubo muchas críticas que apuntaron a negar el valor artístico de la fotografía y, por otra parte, a cuestionar el valor atribuido hasta entonces a la pintura. A mediados del siglo XIX aparecieron grupos de fotógrafos que se interesaron en la fotografía sin importarles sus posibilidades científicas, y a la vez que reivindicaron el carácter artístico del nuevo lenguaje, concibiéndolo como una forma de expresión personal. Para ellos dejaba de ser una práctica casual e informal. La fotografía tomó de la pintura tradicional numerosos elementos y, a su vez, esta última resultó beneficiada de los aportes del nuevo invento. Así, surgió una nueva corriente artística: el pictorialismo, movimiento fotográfico que dominó el siglo XIX, cuya propuesta estética se asemejaba al impresionismo o la pintura simbolista.

En el siglo XX se despejaron las dudas acerca del valor artístico de la fotografía y su lenguaje se hizo más autónomo. Aquellos que la cuestionaban empezaron a apreciar y disfrutar la «fotografía que parece fotografía» (Newhall, 2006: 167). En esa época irrumpió el modernismo, y con él los cuestionamientos sobre el arte mismo. La fotografía calzaba a la perfección con los nuevos desafíos del arte modernista y se alzó como el medio de expresión y experimentación por excelencia para las nuevas formas de arte: constructivismo, futurismo, vorticismo, dadaísmo, surrealismo y funcionalismo. Si en su primer siglo de vida la fotografía estuvo dominada por criterios funcionales, domésticos y de anonimato, con las vanguardias artísticas de inicios de siglo cobró fuerza y relevancia la autoría y el papel del desarrollo tanto estético como técnico. De esta forma, adquirió una connotación intelectual y estética trascendente.

Las guerras mundiales y la guerra civil española reforzaron el carácter documental y el potencial artístico de la fotografía: los fotógrafos salieron a las calles a retratar el drama de la vida cotidiana. A partir de entonces, se mezcla «lo documental con lo lírico, lo íntimo con lo público y lo trivial con lo trascendente» (Colorado, s/f: s/p).

Struggle, Robert Demachy, 1904. Líder del pictoralismo, Demachy revivió el proceso de bicromato de goma lo que permitió la introducción del color y la pincelada en la imagen fotográfica.

Con el surgimiento del arte conceptual durante la década de 1960, que por primera vez privilegió la idea o concepto sobre el carácter estético de la obra, los límites de la fotografía artística se ampliaron, surgiendo una distinción crucial. Una cuestión es lo que se conoce como «fotografía artística» –cuyos géneros provienen de la tradición de las bellas artes–, y otra son las obras producidas por artistas que usan la fotografía, pero que no son fotógrafos profesionales. Dentro de ese ámbito cabe, por ejemplo, la fotografía como registro de performances o acciones de arte que, en ocasiones, con el tiempo, suele adquirir ella misma el estatuto de obra o de fetiche comercial.

Si algo caracteriza el estado actual de la fotografía artística contemporánea es que la obra exige del observador un papel activo. Como menciona Colorado, «ya no se trata exclusivamente de un discurso, sino de una conversación, un coloquio que, como en la vida, a veces uno quiere decir una cosa y su interlocutor entiende otra. El fotógrafo se arriesga a crear para que su trabajo acabe convirtiéndose en algo inesperado en los ojos del observador».

Dali Atomicus, Philippe Halsman, 1948. Colaboración de Halsman para retratar la idea de la suspensión que exploraba Dalí.


 

2. El valor de la fotografía


La función social de la fotografía

La función social de la fotografía puede resumirse con una metáfora: la fotografía es el diario de vida de cada individuo y del sujeto colectivo, ya que construye la imagen del mundo, tanto en el ámbito público como en el privado. Muchas de nuestras representaciones mentales nos llegan solo a través de una imagen fotográfica, como algunos animales, lugares, personas y fenómenos del mundo microscópico o macroscópico, ajenos a la experiencia cotidiana. La fotografía nos permite así «ver» un virus, un león en la sabana, un agujero negro, o los grandes personajes de la historia universal.

A diferencia de otras artes, la fotografía tiene en sí un carácter documental, solo comparable con el cine. Todo registro fotográfico es una muestra de lo que es o era el mundo, una persona, un lugar, un acontecimiento, un momento; por tanto, es un documento social y la forma más efectiva de comunicar. De ahí el dicho «una imagen vale más que mil palabras». Desde que existe, la imagen fotográfica relata y describe visualmente hechos, modas, costumbres y lugares, convirtiéndose en la memoria visual de los pueblos.

Las posibilidades que brinda para transmitir información y representar lo que hay y sucede en el planeta hacen que el(la) fotógrafo(a) tenga una responsabilidad social: él decide qué mostrar y qué no y de qué forma.

Además, dado su peso documental, la fotografía es concebida comúnmente como «evidencia» de lo real; las fotografías constituyen, por ejemplo, medios de prueba en los procesos judiciales. Quizás donde se refleje mayormente su función social es cuando una imagen puede servir para denunciar los horrores que suceden en el mundo. Hay fotógrafos que afirman que la fotografía ha detenido muchas guerras, como en el caso del fotógrafo vietnamita Nick Ut, que captó la imagen de unos niños huyendo de un bombardeo con gas inflamable por parte del ejército estadounidense en Vietnam. En esa fotografía se ve a una niña desnuda corriendo, que ha perdido su ropa porque se le fue quemando mientras huía. La imagen causó tal revuelo, tal remezón en la opinión pública, al punto de convertir la Guerra de Vietnam en la más impopular del siglo XX.

Ut, N. (1972). «s/t»

Imagen del fotógrafo vietnamita Nick Ut, tomada durante la Guerra de Vietnam (1955-1975). En ella se aprecia a niños y niñas vietnamitas huyendo luego de un bombardeo con napalm realizado por el ejército estadounidense en el poblado de Trang Bang. La niña que corre desnuda fue gravemente quemada en el ataque y corrió fuera de la población quitándose los restos de su ropa en llamas. Ut, luego de tomar la fotografía, socorrió a la niña y la llevó en su auto a un hospital. La niña hoy es una activista por los derechos de los niños víctimas de la guerra y Ut fue galardonado por esta imagen con el Premio Pulitzer en 1972. La imagen tuvo un gran impacto y produjo un cambio en la opinión pública: la Guerra de Vietnam se convirtió en la más impopular del siglo XX.

 

Años más tarde esta fotografía se convertiría en la ganadora del premio Pulitzer, esto provocó el cuestionamiento de autenticidad por el mismo presidente de los Estados Unidos Richard Nixon, el cual establecía que la guerra no era de tan gran magnitud, obligando al propio fotógrafo a explicar la veracidad de su trabajo y de lo que fue esta guerra.

Fue gracias al valioso testimonio de una de las niñas capturadas que luego de treinta años pudo dar fe quien fue ella una de las víctimas que dejo este enfrentamiento.

Sin embargo, es corriente que sea la misma fotografía –sobre todo la digital–, la que se preste para la construcción de realidades «simuladas» que entregan una imagen distorsionada de los hechos o crean una realidad inexistente. El(la) fotógrafo(a) –que también es un editor(a)– puede elegir mentir o no hacerlo, puede elegir que sus imágenes denuncien o guarden silencio. Es evidente que esto supone problemas éticos, frente a los que el(la) fotógrafo(a) y la sociedad deben tener una mirada atenta y crítica. Hoy más que nunca este participa en la construcción de la realidad visual y, como toda persona, tiene puntos de vista propios, pero debe ser capaz de sustentarlos de forma honesta, sin engañar mediante la manipulación digital de las imágenes o del contexto en que fueron obtenidas.

Tomando en cuenta la contingencia de las redes sociales, esta ética queda casi por completo en manos del usuario, pues la difusión de imágenes deja de ser monopolio de los medios, como ocurre con los periódicos, los canales de televisión o el cine, que suponen un control institucional y gubernamental. Sitios como Facebook o YouTube permiten a cualquier ciudadano publicar contenido o incluso tener un canal de televisión y, aunque estos medios suelen tener algún nivel de control, la decisión sobre qué es correcto publicar y qué no, queda en manos de los(as) usuarios(as).

La propia masificación de la fotografía y su presencia en las redes sociales la lleva a cumplir una función social que antes era muy limitada y solo se circunscribía al ámbito privado. La cámara fotográfica es uno de los dispositivos más importantes de los que dispone todo individuo para producir imágenes propias y de quienes lo rodean. En la coyuntura entre cámara de celular y red social, el sujeto se edita a sí mismo.

Esta penetración de la fotografía en el ámbito cotidiano y doméstico, puede contribuir, por un lado, a la búsqueda y confirmación de la propia identidad, pero también puede conducir a formas estereotipadas de representación y autorrepresentación, impuestas por la moda o los medios publicitarios, que intentan acercarse a esa «imagen ideal» ocultando a la verdadera persona. Por otro lado, su uso en las redes sociales con el fin de construir identidades, también puede ser empleado para cometer abusos mediante la creación de personalidades falsas.

Por todas estas razones es importante la educación visual de los ciudadanos, como una vía que puede contribuir a un uso positivo y ético de las imágenes, y a una mirada atenta y crítica de estas.

 

La fotografía como patrimonio cultural

La Unesco entrega la siguiente definición de patrimonio cultural:

El patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo; la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas. (Unesco, 1982: 3)

Desde esa perspectiva, el patrimonio cultural inmaterial o intangible es entendido como el patrimonio vivo, como el crisol de nuestra diversidad cultural, y su conservación es garantía de creatividad permanente. Este patrimonio se manifiesta en distintos ámbi- tos; uno de ellos es la fotografía.

Si, como se ha dicho, la fotografía constituye la memoria visual de los pueblos, se convierte en una herramienta que da cuenta de cómo es un grupo, una institución, una generación o una época; sirve para comprender las historias de personas, familias, pueblos o naciones. Es el espejo de una comunidad y tiene la fuerza para decir aquí estoy, este soy yo. Además, su práctica o quehacer contribuye a inmortalizar situaciones. Por eso, la memoria de una comunidad está vinculada con las imágenes.

Estos instantes documentados pueden ser usados de varias maneras y, aunque refieran al pasado, tienen una relevancia directa para el presente y nos motivan a reflexionar sobre el futuro. En tanto las fotografías son imágenes, también son objetos: describen, insinúan, crean, transmiten deseos, expresan sentimientos y pensamientos. En este sentido, la memoria familiar y comunitaria se puede construir y conservar a través de la fotografía y, por ende, constituye un patrimonio cultural importante que se transmite de generación en generación, dando a conocer la historia y todo lo que está implícito en ella.

La fotografía refleja y permite interpretar e imaginar distintas situaciones que nos hablan de los valores, intereses y afectos presentes en una comunidad. Nos ayuda a des- cubrir lo que es esencial para una comunidad: se fotografía lo que se ama, lo que se desea conservar.

Retrato de yámanas pintando sus rostros, 1922.


Referencias


 



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